domingo, 26 de agosto de 2018

Caracolito.

Entre las típicas historias de desamor, podrías esta tarde sentarte a leer, aquella historia ficticia que no tiene personajes reales, y que las aventuras y cosas que pasan en la vida real solo se quedan ahí, en esta no, pues tal vez ya habías escuchado algo así pero con príncipes o actores de novela, y Esta es la historia de un caracol que caminaba a casa después de una gran jornada de 10 horas, recordó que olvidó las llaves de la puerta principal y se quedó fuera viendo como la oscuridad mitigaba él último rayo de sol, buscando entre la brisa del viento aquella sonrisa que lo hizo volar en más de una ocasión.

Aunque su antigua enamorada, estaba bien, el se sentaba todas las noches a preguntarle a las nubes si ella había tenido un buen día, si acaso utilizo los cubiertos antes de ir a dormir y si su cepillo estaba de vuelta en el vaso al lado del grifo.

Pero no, las nubes seguían volando, en gesto de apatía y egoísmo de información, no tenía ni la más mínima intención de seguir su platica y el tenía que quedarse con la duda una noche más, de su maletin, sacó un pequeño cigarro, aquel que estaba apunto de convertirse en una bacha agria, el mismo que uso después del almuerzo para olvidarse del mal olor, saco el encendedor y tras aspirar aquel humo maldito y tóxico, recordó la mirada más linda y tierna, buscando entre los recuerdos las veces que ellos corrían por las calles tratando de ocultarse en la oscuridad y besarse.


Su nombre y su cara se formaban con el humo que salía de su boca, y la duda estaba ahí, dando vueltas por su cabeza la incertidumbre estaba haciendo un huracan en su cabeza, eso de informarce si ella pensaba en el como el en ella todo el tiempo, era una cuestión de amor y estaba muy lejos de tratar invadir su privacidad.

Sus amigos, aquellos compañeros de bar, le platicaban que ella estaba bien, que desde el último viernes que la vieron con el se mira más bonita y que nunca la habían visto reír tanto como hace unas noches cuando mencionaron el nombre de aquel tipo que entrelaza sus dedos con ella desde hace unas noches acá.

cuando le mencionaron el nombre del caracolito casi pregunta por quien era el, llamale tonto pero se escuchaba feliz.

El caracol tenía que fingir que no le importaba, y que eso de saber que ella estaba bien, el también podía estarlo, mintiendose a gritos, mientras en la oscuridad de su habitación, cerca de la lámpara de noche le escribia canciones y formaban parte de aquellas cartas que jamás iba a leer, en un listado negro carecían de sentido pues el destinatario no las iba a abrir jamás, puesto que el correo las devolvió por falta de estampillas, por que aquella tarde de jueves el señor de la mercería, no tenía en su inventario.

Era ese tipo de casualidades las cuales la gente no nota cuando aparecen, son simples y no son tan relevantes, es raro, tan raro como ese tipo de personas que se alejan de todos y luego se preguntan por que están solos.

Luego de ver como se terminaba su cigarro, se vio envuelto en dudas, como esas que te invaden las tardes de domingo, tal cual sería su vida.


Como es que ella podía estar bien y una pregunta mejor como es que el no podía sentirse mejor consigo mismo y por que maldita razón olvidaba los consejos de sus amigos cuando el alcohol llenaba su vacío estomacal, como era que ella no podía ver que el estaba en medio de una muerte lenta y dolorosa, y su verdugo, el tiempo, estaba haciendo de las suyas con una hacha de un filo, la cual había pasado la tarde del martes afilandola con mucha alegría y entusiasmo solo para aquel infeliz caracol.


Observo por un momento su maletin, y vio aquel cigarro que ella había fumado apenas unas noches atrás en la misma cajetilla, aún tenía su labial, el vicio y la búsqueda desesperada por algo de paz, estaba forzando a tomar aquel último cigarrillo, pero se rehusó.

Aquel labial color carmesí, estaba marcado entre la colilla de aquel cigarro a medio usar, y aún estaba puesto en la mentalidad que no lo terminaría, terminaría guardandolo en aquella caja de color azul que usa para guardar recuerdos que asimilan buenos días.

Ya estaba entre la espada y la pared, entre una catana y el muro de berlín, entre tanto suspiro sus pulmones se iban a terminar y de tantas preguntas su cabeza seguro que iba a explotar, repudio aquella noche donde no pudo besarla más veces, y si, necesitaba su cuerpo, pero no para ningún acto con morbo, solo la necesidad de un beso y dormir juntos estaba causando un largo rato de malos pensamientos.

Una cosa era clara, el ya había desaparecido de la cabeza de aquella caracol, y sin embargo, nuestro protagonista aún estaba en mucha desventaja, cuando peleaba contra sus impulsos de pensar cosas bonitas al lado de ella, hablamos de que ya no podia caminar frente a un lugar de vestidos de novia, por que no podía evitar poder imaginarla a ella, buscando entre los maniquí, el mejor moño cuando llegasen a casarse.

Esos sueños, ahora estaban tan lejos, que sólo los suspiros quedaban, no tenía buena suerte, no tenía ni siquiera alguna coincidencia en su horóscopo el cual dijera "hoy el amor de tu vida vencerá su convicción y te llamara antes de dormir", puesto que ya sabía que antes de ir a dormir, buscaría su olor, y no lo encontraría, revisaría por última vez su teléfono en busca de un mensaje, y no lo vería.

Justo antes de perder la ilusión, recordó aquella vez que bailaban en calcetines por la habitacion, mirando al cielo con nudo en garganta de pregunto si esta noche también ella estaba recordando lo mismo o si su atención estaría centrada en el teclado de alguna conversación con algún don Juan, perdiéndose entre las platicas aburridas y monótonas, de esas que después de unos cuantos saludos cordiales, la pregunta
- "y que haces?"

Haciendo presencia de ignorancia y de no saber de que platicar con alguien a quien no domina su mente, por que puedes hacerle una pregunta cualquiera, y ella está en toda la libertad de responderte y hacerte platicar hasta que no exista aliento en tu interior.

Ella es perfecta, ella es un ángel, ella me pidió un tiempo, ella está con alguien más, ella ya no sonríe solo para el caracol.

domingo, 19 de agosto de 2018

Un hombre para ti.



Cuando te fuiste, mencionaste que parecía un niño a pesar de tener mi mayoría de edad, y está bien, lo reflexione mucho y llegue a la conclusión y saber que tienes razón, me puso a pensar.


Fue ahí que decidí ponerme al corriente con mi vida,  necesitas un hombre, y no un tipo como yo, te miras lindísima con él, te lo aseguro.

Me dispuse a cambiar, ya deje mis malos hábitos atrás, te aseguro que no tendrás que ponerte en el campo de batalla con ellos alguna próxima ocasión, solo si pasas delante de mi notarás que me puse algo de loción, y que la camisa está perfectamente planchada, mis rodillas no están sucias y cambie mis tenis de rayitas por unos zapatos casuales.

Dentro de la desesperación comencé con cosas sencillas, por ejemplo los chistes tontos los hice a un lado, y comencé a comer  con cubiertos, dejé al lado mis juguetes y desde ayer ya tengo un nuevo cepillo para mi rebelde cabello, tengo un par de camisas nuevas, tire las que tienen súper héroes y ahora mi ropa interior ya no es de dinosaurios.


Quizá lo más difícil que pude hacer fue decirle adiós a mi amigo imaginario, después de decir la contraseña me senté con él en el fuerte de cobijas y cojines, tuve que decirle que ya no podríamos jugar, que era hora de crecer y que ya no podíamos ser amigos, no lo pudo entender, porque apenas unas noches atrás, comenzamos a hacer la casa del árbol y el nuevo juego de ver quien pisa menos rayitas en la calle, ya no tendría sentido, si tan solo pudieras entender que mi mundo no gira tan bien como cuando tú te paras de puntitas y me miras sonriendo.


Ven y siéntate conmigo, los columpios no son tan incómodos, dejemos al lado el romanticismo y dime que tiene el que no tenga yo, dime si el puede volar, si puede contar hasta después del 49 o si puede dejar de respirar  2 minutos, dime si puede colorear sin salirse de la rayita.

Lo he visto, y no es más alto que yo, tal vez necesites algo más que dulces de colores, ¿te gustaron sus costosos chocolates?,  siento si tengo las manos llenas de tierra, tarde un rato jugando entre el jardín, buscando flores para ti, peleando contra las hormigas y huyendo de los caracoles.


Te diría que te extraño, pero tú te miras feliz, en cada foto de tu muro e historias sonríes, y estas con él, supongo que solo te voy a estorbar.  Honestamente tengo miedo, ya no quiero que te burles de mí, diciendo que no aguante estar sin ti, verás que soy débil y es por eso que no lo haré, seré un hombre en unos días, y necesito que pienses que lo soy aunque por dentro mi corazón se hace cachitos cuando te veo con él.

Me destruye cada día saber que estas con él, y yo aquí, reparando las cosas que no me di cuenta, escribiéndote cartas que tal vez jamás vas a leer.


Compre tus gomitas favoritas, en el camino te robe una cuantas, por eso es que la caja está abierta, tal vez te darás cuenta que sobran tres, pero también me gustan a mí, dame crédito pensé en ti.
En este momento la basura está llevándose mis figuras de acción, esas que cambie por libros de enciclopedia y diccionarios de pasta gruesa, para que cuando entres a mi habitación y los veas pienses que ahora soy un determinado lector.

He quitado mis dibujos animados de las búsquedas principales de mi computador, las cambie por series aburridas y ahora me se completo el horario de Nat Geo, y Discovery está en favoritos.

Para hacerte feliz, los dos te dimos un regalo, pero él hizo trampa, el compró las flores, y yo te di un cactus, obvio te gustaron más sus lirios, lo que tú no sabes que es que yo plante y regué  todos los días ese cactus, y que fuera solo para ti, y él se paro con unos billetes en una  florería.

No creo que tenga en cuenta cómo hacerte trenzas, y mucho menos como te gusta que te abracen al ir a dormir, honestamente dudo que sepa cuál es tu color favorito y como es que aprendiste a sumar.

Si él no puede decirme en que número estoy pensando no creo que pueda hacerte feliz, tal vez le faltarán mis chistes tontos de medianoche y será ahí cuando en suspiros me recuerdes a mí.


El es demasiado arrogante, y es claro que yo no puedo ser así, pondré al lado la modestia, es así que te diré algo solo para que veas que yo también puedo ser genial, ayer por la tarde aprendí a hacer los nudos de mis agujetas, y solo para ser más presumido te puedo enseñar cuando quieras, guarde las instrucciones en un papelito, así que no tendré problema.


Dime si ya le contaste mi secreto, ese de comer nueces debajo de la cama, por favor no le digas que cuando me aburro comienzo a rayar tu nombre en la parte trasera de mis cuadernos, iría a buscarte a tu casa y pedirte mi rompecabezas pero hace un rato mi mamá salió y estoy castigado.


La próxima que te vea, tratare de recordarte lo mucho que te gusta cuando te cuentan las cosas mientras acarician tu cabello, te recordaré que cada uno de tus lunares es perfecto, que tu altura es la indicada para mis estándares y que tu sonrisa es la curva más linda de ti.


Cuéntale que odias que te contradigan, que odias cuando te cambian el tema y no soportas la voz del locutor del tercer canal de la radio, que tienes cosquillas solo en los pies y que nunca te ha gustado la cebolla, dile que eres enemiga de los errores ortográficos y que si te dan dinero de más lo usaras en cosas sin sentido.


Iré a tu casa después, no me lo quiero topar, no soportaría ver cómo te besa y como lo abrazas como lo hacías conmigo, odiare cuando te vea con sus manos en tu cintura  pero lo que más me va a matar es que le cuentes de mi como si fuere un simple recuerdo sencillo y sin suspiros.


Recuerdas el monstruo del cual te defendí aquella noche que dormiste aquí, bueno hice una espada de madera, me  puse pantalones largos y tire mis pantalones cortos, después de  eso, me di a la tarea de cazarlo y ahuyentarlo, así que ya no tienes por qué temer la próxima vez que nuestras almohadas estén juntas en esta cama.

Cuida tu léxico al momento de decirle mi nombre,  cuando te bese y abras los ojos y no me veas ahí, l  veas a él con esa perfecta sonrisa natural, tal vez vas a sonreír por compromiso, mientras tanto yo estaré aquí,  me voy a convertir en hombre pasado mañana, esperándote una noche más en el parque donde te conocí, solo te pido un par de cosas, recuerda mi nombre siempre, y mi crayón de color verde.