lunes, 7 de octubre de 2019

El burro del señor Narciso.

¡Ah! que burro tan necio el del señor Narciso, no camina y patalea cuando le dan con el fuete, los mecates que tiene en la cara no son suficientes para contener a la bestia, o más bien para obligarla a andar.

Es ridículo que un burro se haya enamorado, en especial por que las historias bonitas nunca hablan de burros, tal vez tiene la mala costumbre ser tan necio, que es por eso que no la ha olvidado, míralo, es un saco de recuerdos que suspira mientras busca la tierra cuando camina.

¡Ah! que burro tan necio el del señor Narciso, el dueño lo ha visto mirando las estrellas, y él también le ha aconsejado que eso no servirá de nada, que podría mirarlas toda la vida y no representaría ningún esfuerzo.

Mira sus orejas, es un pobre diablo que no tiene derecho a ser feliz entre 2 a 3 meses, se queda despierto a altas horas de la noche por amor pasado que no recuerda ni su nombre, y a ella le molesta oírlo hablar de amor, ¡Ah! que burro tan necio el del señor Narciso.

Tan necio que los consejos no le entran y los recuerdos se le salen, tan tonto que recuerda su risa mientras ella ríe con otro, deberían darle con un palo en la cabeza, pero ser tan tonto no es tan malo.

Se le está escapando la vida, y no está en camino, ni siquiera lo intenta, se le está escapando el tiempo por estar pensando en aquella burra.

¡Qué mula!, diría mi abuela, el burro tan necio como un fleco desordenado después de la siesta de las 3, triste e inamovible, perdonando al sol por estar parado en una brecha estrecha y curva cerca de un árbol de frondosa sombra, ¡Ah! que burro tan necio el del señor Narciso.

Un tanto tonto que reír le parece poco, pues la recuerda de poquito a poco, suspira y recuerda como si no tuviera vida, los recuerdos se le salen por los ojos y aquella mula ni se acuerda del burro, ya deberías saber que tu amor no le agrada, ¡pues a ella no le agrega nada tuyo!. ¡Ah! que burro tan necio el del señor Narciso.

No sirve de mucho que llore y no sirve de nada que ría, se le nota en toda la cara que no tiene suerte ni de noche ni mucho menos de día.

Ya deja de pensar en ella, le gritaban las nubes, el viento no era educado y le arrojaba tierra a los ojos para hacerlo sentir más miserable, ¡Ah! que burro tan necio el del señor Narciso.

Si las calles hablaran, te dirían el nombre de su nuevo amor, pero tienes suerte que sean mudas y te miren con pena ajena, tienes suerte de no entender a los pájaros que ellos si tienen mucho que decir de ella y su nuevo amor.

¡Ah! que burro tan necio el del señor Narciso, vete a casa a llorar solito, escóndete donde nadie te vea, que aquí sólo haces generar preguntas con la gente, no les digas por qué, pero diles que te duele.

No digas su nombre, porque ya no olvidas, y  ¿por qué estas triste?, ya no le pidas  que se quede porque eso no se pide,  mejor duerme y mañana te pones a trabajar, porque llorar no te da de comer, y por qué le haces mucha falta al señor Narciso.

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