Hola, me llamo Emanuel, soy paramedico, llevo mas de 6 años en esto, y la verdad me gusta mucho, el empleo es bueno, por otra parte yo soy muy cuidadoso en mi trabajo.
Para contarte esta historia debo ser lo más breve posible, así que por favor, siéntate, cuelga tu abrigo en la pared.
Nosotros tenemos un acuerdo, sabemos donde viven todos, así que cuando nos llega un reporte en la colonia donde vivimos pasan el llamado a otra ambulancia dentro de la zona para evitar malos momentos si sabes a lo que me refiero.
Esa tarde de mayo, estaba en un rondin por la ciudad, pasando por las calles, no era una tarde en específico, el atardecer rosado estaba en su máximo esplendor, se veía tan lindo que pude ver una estrella bailando antes de caer la noche.
Era miércoles, en día de descanso de mis compañeros de ruta, yo pedí estar en una ambulancia que no era la mía, no quería estar en la guardia dentro de la base, la verdad es muy aburrido y estas ahí esperando los llamados, aunque en ocasiones te da un poco de miedo por la manera en la que hablan las personas al pedir ayuda.
Caían las 6:30 y estábamos platicando, cuando recibimos el llamado de la base, necesitaban ayuda y paramedicos en una calle, producto de un choque.
Las sirenas comenzaron a sonar y la tercera velocidad en len a avenida estaba a toda marcha en dirección a la mentada calle.
Valla sorpresita que te voy a dar pues seguro esperabas ésto, paramos en el fraccionamiento donde yo vivo, me dio algo de pánico por que mis compañeros al ver que entramos ahí se quedaron algo serios, me dio mucho que pensar la manera en la que me veían, así que les pregunté si pasaba algo.
Mis nervios bajaron un poco cuando pasamos mi calle, pero eso no fue todo, creo que lo que me dio más miedo en esa tarde fue el ver el auto de mi madre destrozado del salpicadero hasta la puerta, en los vidrios hechos trizas y un suéter cubriendo su cara para darle un poco de compasión al cuerpo tendido ahí.
Hasta el día de hoy me preguntan si estoy bien, pero solo me queda sonreír.
Una historia para ti, para todas esas noches en que no puedas dormir. Para más historias no olvides revisar Tecladoparlante.blogspot.com O bien googlea "Las Historias del Teclado Parlante". Revisa el blogger donde se encuentra más material, sigue los pasos de la página para más contenido y comparte estas ridículas historias.
lunes, 17 de abril de 2017
domingo, 16 de abril de 2017
La llamada.
Pasadas las 4 de la tarde estaba esperando que se llegara la hora, para levantarme y acto seguido ir a trabajar.
No bastó mucho tiempo para escuchar un par de ruidos dentro del cuarto de mi mamá pero como escuché la radio, obviamente alguien estaba ahí, me di cuenta que ya casi no hablamos, pues es solo un saludo, unas cuantas palabras y adiós.
Escuché que se reían desde el cuarto de mi mamá y antes de salir de la cocina tomé un vaso de agua.
Ya se iban a dar las 5 de la tarde, hora que el camión de el trabajo pasara por mi calle, así que salí con paso veloz a la puerta , cuando tome los audífonos de mi bolsillo, vi la silueta de lo que parecía ser mi mamá con el teléfono en la mano.
-"Apenas te estoy marcando, salí y dejé la radio prendida, te iba a decir que la apagaras".
No bastó mucho tiempo para escuchar un par de ruidos dentro del cuarto de mi mamá pero como escuché la radio, obviamente alguien estaba ahí, me di cuenta que ya casi no hablamos, pues es solo un saludo, unas cuantas palabras y adiós.
Escuché que se reían desde el cuarto de mi mamá y antes de salir de la cocina tomé un vaso de agua.
Ya se iban a dar las 5 de la tarde, hora que el camión de el trabajo pasara por mi calle, así que salí con paso veloz a la puerta , cuando tome los audífonos de mi bolsillo, vi la silueta de lo que parecía ser mi mamá con el teléfono en la mano.
-"Apenas te estoy marcando, salí y dejé la radio prendida, te iba a decir que la apagaras".
La cita.
Y la verdad es que habrán miles de historias, pero la historia que te cuenta una persona, siempre es la más entretenida.
En una noche como cualquier otra, yo estaba trabajando en un conocido restaurante de la ciudad de Cuernavaca, y en ese restaurante, dado a que esta muy lujosos y bonito, los hombres piden ser el esposo de la chica la cual acompañan, en este restaurante no es para nada raro ver a dos personas juntándose en matrimonio.
Llevo trabajando más de 6 años ya que el empleo es grandioso y la paga aun mejor, gracias al restaurante pago mi universidad y mis cosas.
En fin, la historia no va de mi, voy a comenzar desde el día en que entre a trabajar aquí, exactamente una semana después, vi por primera vez una auténtica pedida de mano, el hombre en cuestión saco un anillo de color plata, y se arrodilló ante la sonrisa de aquella noble señorita, y como si fuese chiste, un reflector cayó sobre el temerario chico, al cual con una sonrisa le dijeron: -"si".
Cada día quince del segundo mes, podías ver a esos dos chicos sentados en la misma mesa al fondo, la cual llamaban para reservar esa mesa todo el tiempo, y aunque en algunas ocasiones por ordenes del gerente movíamos las sillas ellos tomaban las sillas y la mesa para sentarse juntos y cenar algo.
Fue así que se mantuvieron juntos, pues cada año que venía sabias que ellos estarían ahí.
No se si soy muy obvio, pero puede que ya hayas pasado por tu mente mi desenlace, pero sí, la cosa es que en unas ocasiones más de dos ocasiones recuerdo haberlo visto solo, cenando al lado una silla vacía, en ocasiones veía a su chica en una silla de ruedas y con los labios pálidos, me daba ese sentimiento, no tristeza, si no ese dolor empático, la chica pedía siempre muy poca comida, y hasta la sobremanera de ayudar a su esposa era algo tierno y triste, pues ella no movía mucho su cuerpo.
yo lo atendía, salvo que el hombre era muy reservado y sabia que yo era una persona de confianza, él, para pedirme su orden me decía
-"Lo de siempre Luis".
A lo que yo con una sonrisa le contestaba,
" Y para la dama"
su línea entre nuestro chiste era
-"Otro anillo"
Después de eso los tres caíamos en risas y burlas.
Llevo trabajando aquí mucho tiempo y cada día que pasa lo veo a el, el caballero ya no sonríe.
Toma su comida y después de algunos minutos hablando solo, se retira, deja el dinero exacto con algo de propina y se va.
No es de esperarse, el hombre quedo devastado, pero esa mesa sé que siempre será su lugar favorito.
En una noche como cualquier otra, yo estaba trabajando en un conocido restaurante de la ciudad de Cuernavaca, y en ese restaurante, dado a que esta muy lujosos y bonito, los hombres piden ser el esposo de la chica la cual acompañan, en este restaurante no es para nada raro ver a dos personas juntándose en matrimonio.
Llevo trabajando más de 6 años ya que el empleo es grandioso y la paga aun mejor, gracias al restaurante pago mi universidad y mis cosas.
En fin, la historia no va de mi, voy a comenzar desde el día en que entre a trabajar aquí, exactamente una semana después, vi por primera vez una auténtica pedida de mano, el hombre en cuestión saco un anillo de color plata, y se arrodilló ante la sonrisa de aquella noble señorita, y como si fuese chiste, un reflector cayó sobre el temerario chico, al cual con una sonrisa le dijeron: -"si".
Cada día quince del segundo mes, podías ver a esos dos chicos sentados en la misma mesa al fondo, la cual llamaban para reservar esa mesa todo el tiempo, y aunque en algunas ocasiones por ordenes del gerente movíamos las sillas ellos tomaban las sillas y la mesa para sentarse juntos y cenar algo.
Fue así que se mantuvieron juntos, pues cada año que venía sabias que ellos estarían ahí.
No se si soy muy obvio, pero puede que ya hayas pasado por tu mente mi desenlace, pero sí, la cosa es que en unas ocasiones más de dos ocasiones recuerdo haberlo visto solo, cenando al lado una silla vacía, en ocasiones veía a su chica en una silla de ruedas y con los labios pálidos, me daba ese sentimiento, no tristeza, si no ese dolor empático, la chica pedía siempre muy poca comida, y hasta la sobremanera de ayudar a su esposa era algo tierno y triste, pues ella no movía mucho su cuerpo.
yo lo atendía, salvo que el hombre era muy reservado y sabia que yo era una persona de confianza, él, para pedirme su orden me decía
-"Lo de siempre Luis".
A lo que yo con una sonrisa le contestaba,
" Y para la dama"
su línea entre nuestro chiste era
-"Otro anillo"
Después de eso los tres caíamos en risas y burlas.
Llevo trabajando aquí mucho tiempo y cada día que pasa lo veo a el, el caballero ya no sonríe.
Toma su comida y después de algunos minutos hablando solo, se retira, deja el dinero exacto con algo de propina y se va.
No es de esperarse, el hombre quedo devastado, pero esa mesa sé que siempre será su lugar favorito.
Dos de Tres.
No quiero iniciar como cualquier tipo de historia, "Había una vez", "Hace tiempo", "Un día", si no distinto, Lo que me pasó ésa tarde fué algo muy trivial, chistoso pero trivial.
Después de salir del trabajo, me dirigía a donde mi casa, y justo al doblar en una esquina, una chica de cabello corto, ojos pequeños, labios bonitos y piel linda, se atravesó por el camino de mi bicicleta, para no arrollarla di la vuelta bruscamente, y fui directo a un árbol que estaba cerca de aquella banqueta.
Como historia de amor normal, me miró y viceversa, pero en lugar de pedirme perdón preguntarme si estaba bien, o levantarme, se quedó parada, levanté mis lentes y la pude observarla mejor aun, con los mismos lentes hechos trizas, ella siguió su camino a la escuela, y yo me sacudí, me quite la basura que estaba entre mis prendas.
No la volví a ver, no después de un mes, pero esta vez, entro por la puerta en el mismo taller de guitarra al que voy yo, y rápido la recordé, sabia que era ella, en mi mente no había espacio para dudas, sólo para su inusual manera de actuar.
No tenía la finta de ser tímida, más bien era una chica, tranquila pero se veía que si la hacías reír no pararía de reír por un rato, y la verdad esa era mi intención, la vi y me dijo en un tono curioso:
-¿Y tus lentes?
Me reí unos segundos a la par de ella y rápido le contesté que por qué ya no la había visto otra vez por esa calle.
Me dijo que no quería que la arrollara una bicicleta, sentí que la sangre corría por mis intravenosas poquito más rápido, sentí que mi estómago estaba lleno de esas estúpidas maripositas, no quería sentir nada por nadie la verdad, no tenía dinero y tiempo para una novia.
Sin embargo no sentía remordimiento el fijarme en ella, me parecía sencillamente perfecta, sentí que de verdad me estaba enamorando de alguien y que valía la pena, todos los días la miraba y con ese cabello tan característico de ella, ondulado y negro, no era la más bonita estéticamente, pero me volvía encantadoramente loco.
Pasamos platicando cada que nos veíamos en las mentadas clases, hasta que un día con esa espectacular sonrisa, y algo de incomodidad, que claramente salia de sus bellísimos ojos terminó por presentarme a su novio.
Después de salir del trabajo, me dirigía a donde mi casa, y justo al doblar en una esquina, una chica de cabello corto, ojos pequeños, labios bonitos y piel linda, se atravesó por el camino de mi bicicleta, para no arrollarla di la vuelta bruscamente, y fui directo a un árbol que estaba cerca de aquella banqueta.
Como historia de amor normal, me miró y viceversa, pero en lugar de pedirme perdón preguntarme si estaba bien, o levantarme, se quedó parada, levanté mis lentes y la pude observarla mejor aun, con los mismos lentes hechos trizas, ella siguió su camino a la escuela, y yo me sacudí, me quite la basura que estaba entre mis prendas.
No la volví a ver, no después de un mes, pero esta vez, entro por la puerta en el mismo taller de guitarra al que voy yo, y rápido la recordé, sabia que era ella, en mi mente no había espacio para dudas, sólo para su inusual manera de actuar.
No tenía la finta de ser tímida, más bien era una chica, tranquila pero se veía que si la hacías reír no pararía de reír por un rato, y la verdad esa era mi intención, la vi y me dijo en un tono curioso:
-¿Y tus lentes?
Me reí unos segundos a la par de ella y rápido le contesté que por qué ya no la había visto otra vez por esa calle.
Me dijo que no quería que la arrollara una bicicleta, sentí que la sangre corría por mis intravenosas poquito más rápido, sentí que mi estómago estaba lleno de esas estúpidas maripositas, no quería sentir nada por nadie la verdad, no tenía dinero y tiempo para una novia.
Sin embargo no sentía remordimiento el fijarme en ella, me parecía sencillamente perfecta, sentí que de verdad me estaba enamorando de alguien y que valía la pena, todos los días la miraba y con ese cabello tan característico de ella, ondulado y negro, no era la más bonita estéticamente, pero me volvía encantadoramente loco.
Pasamos platicando cada que nos veíamos en las mentadas clases, hasta que un día con esa espectacular sonrisa, y algo de incomodidad, que claramente salia de sus bellísimos ojos terminó por presentarme a su novio.
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