Y la verdad es que habrán miles de historias, pero la historia que te cuenta una persona, siempre es la más entretenida.
En una noche como cualquier otra, yo estaba trabajando en un conocido restaurante de la ciudad de Cuernavaca, y en ese restaurante, dado a que esta muy lujosos y bonito, los hombres piden ser el esposo de la chica la cual acompañan, en este restaurante no es para nada raro ver a dos personas juntándose en matrimonio.
Llevo trabajando más de 6 años ya que el empleo es grandioso y la paga aun mejor, gracias al restaurante pago mi universidad y mis cosas.
En fin, la historia no va de mi, voy a comenzar desde el día en que entre a trabajar aquí, exactamente una semana después, vi por primera vez una auténtica pedida de mano, el hombre en cuestión saco un anillo de color plata, y se arrodilló ante la sonrisa de aquella noble señorita, y como si fuese chiste, un reflector cayó sobre el temerario chico, al cual con una sonrisa le dijeron: -"si".
Cada día quince del segundo mes, podías ver a esos dos chicos sentados en la misma mesa al fondo, la cual llamaban para reservar esa mesa todo el tiempo, y aunque en algunas ocasiones por ordenes del gerente movíamos las sillas ellos tomaban las sillas y la mesa para sentarse juntos y cenar algo.
Fue así que se mantuvieron juntos, pues cada año que venía sabias que ellos estarían ahí.
No se si soy muy obvio, pero puede que ya hayas pasado por tu mente mi desenlace, pero sí, la cosa es que en unas ocasiones más de dos ocasiones recuerdo haberlo visto solo, cenando al lado una silla vacía, en ocasiones veía a su chica en una silla de ruedas y con los labios pálidos, me daba ese sentimiento, no tristeza, si no ese dolor empático, la chica pedía siempre muy poca comida, y hasta la sobremanera de ayudar a su esposa era algo tierno y triste, pues ella no movía mucho su cuerpo.
yo lo atendía, salvo que el hombre era muy reservado y sabia que yo era una persona de confianza, él, para pedirme su orden me decía
-"Lo de siempre Luis".
A lo que yo con una sonrisa le contestaba,
" Y para la dama"
su línea entre nuestro chiste era
-"Otro anillo"
Después de eso los tres caíamos en risas y burlas.
Llevo trabajando aquí mucho tiempo y cada día que pasa lo veo a el, el caballero ya no sonríe.
Toma su comida y después de algunos minutos hablando solo, se retira, deja el dinero exacto con algo de propina y se va.
No es de esperarse, el hombre quedo devastado, pero esa mesa sé que siempre será su lugar favorito.
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