Te voy a contar una historia un poquito de todo, primero que nada estaba hasta la madre, tanto que
disfrutar un café frío, mucho viento con tierra, mojarte un calcetín, encontrar la piedrita de los frijoles, una tortilla dura, perder un calcetín a media noche, despertar temprano en domingo, ir a trabajar en navidad, no eran ni por poco algo tan malo como mi vida amorosa.
Era casi predecible que a diciembre llegaría solo, aquel noviembre del 17, me dispuse a hacer un par de planes quizá a sabiendas que estaría un poco solo, el ambiente en el que me veía rodeado no se veía tan amistoso así que me dispuse a asimilar, el andar caminado por ahí sin entrelazar mis dedos con los de alguien y presumirla por todos lados.
Entonces sucede algo que ya estabas imaginando tal vez, lo chistoso aquí es que una chica con la sonrisa más hermosa del mundo me besó en la sala de cine de aquel lugar.
Tal vez llegando a casa se va a retractar diciendo que fue un error, todos los escenarios posibles estaban saltando como gotas de aceite en agua, parecía que todo lo que un día planee ahora estuviese dándome una cachetada directo en lo ingenuo.
Como primera instancia traté de correr de cupido, le saqué los dedos medios y le dije que ya estaba harto de personas vacías y sonrisas que al final me harían recordarlas con una foto.
Lo chistoso es que cupido solo me veía y se reía de mi, tal vez llamándome estúpido por que no me daba cuenta de la mina de oro que estaba frente a mi, tal parece que ese duende que cuida su olla de monedas de oro, había ido por un café y olvidó el azúcar, por eso su tardanza, había dejado un par de ojitos bonitos y al menos unos cachetes enormes y suaves que combinados con una sonrisa surcaban una enorme línea de oreja a oreja.
Ella continuaba besándome y con su mano rodeando mi nuca, aparentandome los labios cada que intentaba alejarme, su cabello estaba emitiendo un olor a dulcura y esperanza que en realidad era veneno para asesinar a sangre fría mi sentido común.
Tal vez las historias de amor están tan trilladas que los finales felices siempre son una buena mentira, tal vez solo hace cuestión de momentos, esos besos iban a terminar a la par de esa película, tal vez y tan solo tal vez , se convertiría en una historia que cuentas a tus amigos sin mencionar nombres, - " me besé con tu amiga". Sin embargo había algo que a decir verdad me estaba llenando de ego y amor, el sentido de pertenencia estaba segregandose en cada rincón de mi alma, ahora solo era cuestión de esperar y seguir besándola, ¿si el encanto iba a durar una noche durante 1:39 minutos, por qué no?
Cuando ella paraba de besarme para tomar un suspiro me sonreía y es de esa manera en la que te enamoran fácilmente. Después de eso sentí como sus labios se estaban convirtiendo en mi lugar feliz y por si fuera poco sus manos no soltaban mi cabeza tal parecía que ella iba dispuesta a enamorarme y ser la persona más cruel al domar todos mis sentidos cual fiera enjaulada.
Me dejé llevar, me dejé ganar, al salir de aquella sala, me di cuenta que estaba escrita la frase - "Que pierda la esperanza todo aquel que entre en esta puerta"
Me sentí como dante y virgilio se había quedado en alguna sala y tal vez y tan solo tal vez, nunca le notificaron que había llegado.
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