miércoles, 3 de octubre de 2018

Milbenahá.

De la manera más ridícula, te presento sin prisas el protagonista de esta historia, un vendedor de palomitas del centro, aquel  joven que mira con asombro a los niños jugar y se divierte con los pajarillos de la plaza en un lugar olvidado cerca de la fuente, la gente pasa y el ofrece su mercancía de una manera muy inusual, arroja palomitas a tus pies y los pajarillos hacen su trabajo.

Este hombre había conocido un pastor de ovejas apenas hace unos dias, cuando el hombre con la frente llena de sudor se sentó unas bancas cerca del puesto, el protagonista se acercó sin prisas a saludar, y tuvieron esa platica rara de 20 minutos, interesante y perdida en todo, sin dejar ningún tema afuera, por que era costumbre del vendedor de palomitas tomar un tema y cambiarlo después de 2 minutos.


El hombre quedó fascinado con la manera de platica de nuestro protagonista, y como nuestro secundario tenia prisa, se levantó, se despidió con un fuerte apretón de mano dado a eso, tuvo un nuevo amigo para saludar de reojo cuando caminara por ahi, y al menos levantar la mano cuando caminara cerca de la plaza al lado de la fuente cerca del rincón olvidado donde hay muchos pájaros.

Para no hacer una historia larga y que te cueste trabajo leer sin aburrirte, esta historia esta colocada justo en el momento donde el vendedor de palomitas conoce a la hija del pastor, y se enamora de ella como no lo había hecho nunca, quizá describiendola con las mejores palabras que había aprendido leyendo el diccionario.

Podía perderse en detalles cuando mencionaba a aquella mujer con manos de algodon, mejillas de nube ojos de cielo y sonrisa de angel, era más fácil de describir por las noches por que la Luna le ayudaba a decir cosas cursis y palabras ridículas de amor.

El Pastor nada tonto noto que aquel vendedor de  palomitas, estaba enamorado de su hija, y convenció al joven a buscar la zanahoria más grande que haya visto, y la trajera hasta el patio trasero de la casa del pastor, y el mismo cedería a su hija, con el permiso de casarse.


Hombre oportunista, que sabía la dirección del éxito, señor con canas de sabiduría y ojos de fiera, al lado estaba el vendedor de palomitas que sin pensar mucho tiempo sabía a donde ir, a la tierra de gigantes  cerca de la mina de los enanos llevando un puerco y hacer un trueque entre mercantes, regresar victorioso.

Y así fue, yo lo soñé y es por eso que cuento la historia de inicio a cola como si la hubiera visto ayer en la tv, la historia tiene muchos disparates quizá los más graciosos es que tuvo un grillo el cual se hizo su amigo y caminaron hasta aquel pueblo de gigantes, el grillo sabía hablar en Dileneté lengua de los gigantes, llevaban con una cuerda al puerquito en cuestión, cerró una noche de lunes su puesto de palomitas que estaba en un rincón olvidado cerca de la fuente donde hay muchos pájaros y ahora la aventura los abrazaba.

Esta historia es tan trillada que tiene los mismos malvados, los mismos peligros  de toda película infantil y también la escena donde cantan y bailan alrededor de una hoguera, lo diferente es el final, por que el final de esta historia es algo, un poco, pero no mucho, y sin exagerar, rozando la palabra "raro".


Pues el chico sabía que el regresar faltaría solo enamorar a aquella linda niña, el cual sólo su nombre era más bonito que su mirada, sólo tenia que enseñarle los dibujos que hizo para ella y mostrarle algunos cantos que escribió para ella en dueto con la Luna y nubes como publico, regalarle todas las flores que el planto en su huerto todos los domingos, y ahora tenia claveles para lunes, margaritas para martes, orquídeas para miércoles, girasoles para jueves y para todo el fin de semana rosas de colores excéntricos.


Su jardín era un Arsenal de amor, y el sólo tenia que enseñarle que era verdad, pero la felicidad y la victoria no esta entre estas líneas y tampoco los finales felices.

Pues, la tarde que llego, después de caminar y tener un duelo de caballeros, nadar feroces rios, pelear con tigres y perder a su amigo el grillo a manos de una gran araña, sólo tenia que terminar la misión, y es aquí cuando las nubes se posan en el cielo y se hace oscura la semana.

Ella ya estaba enamorada del bufón del castillo, un tipo estúpido con cascabeles en un gorro estúpido con vestimenta estúpida y manos estupidas, era un estupido, pero aquel estúpido tenia el amor que el vendedor de palomitas no tenia.

El secreto del bufón no era más que saber de memoria el chiste del gatito, el cual era el favorito de la hija del pastor, encajaba en la familia, la hacia reír hasta tener calambres en la barriga y ganaba siempre en el juego del cacahuate. De ahí en fuera no tenia nada interesante que ofrecer más que un chiste nuevo, y ella estaba fascinada.

Así que ese es tu alegórico final, el durmió al lado de un gorro de cascabeles todas las noches tratando de aprender el chiste del gatito, murió loco con el cabello largo y con barba sucia, con el mismo par de calcetines y recordando a su amigo el grillo del cual aprendió a decir algunas cosas en Dileneté, la última palabra del grillo fue  -"Milbenahá"  que significa te veo mañana, y la cual nunca aprendió a decir por que era un calabre seguro en la lengua.

Nunca se volvió a abrir el puesto, ya no era olvidado, por que la gente pasaba por ahí buscando platicar con el vendedor y no estaba,  de la fuente dejó de brotar agua, desapareció manos del tiempo, y ya no había pájaros.

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