lunes, 10 de octubre de 2016

Consolando al viento.



Me dolían los ojos, no tenía mucho que hacer  y veía toda la gente pasar, gente  con  los  problemas saliendo por sus ojos   brillosos, nariz rosada y comisuras hechadas.
No sabía si mirarlas  y decirles que estaría  todo bien  o seguirlas  mirando con morbo, un morbo exagerado, del mismo que no es  del agrado de nadie, yo  sabía que no debía  de verlas, pero mi sentido  común  estaba  desactivado.
Es ahí que recordé una  enseñansa de mi madre,
Aquella  donde  me  decía que  no se debe mirar por tanto tiempo a las personas  que no  conoces, por que las intenciones  con las que las  miras  no se definen.
Esto da a pensar, que si tú las mirabas  por unos  segundos  más de la cuenta  las personas  comenzaban a  sonrojarse y en el peor  de los  casos  a molestarse.
El caso es  este,  tras una  jornada larga de  trabajo  que  parecía  no tener  fin    salí a el  segundo descanzo  donde   yo esperaba  encontrarme  con  viento fresco y  algo de  agua por la  lluvia, sin  embargo,  había  una linda  muchachita, podría decir que estaba  muy  desconsolada, y  en aquel lugar no  había nadie  más que yo, el viento  y las lágrimas de aquella  misteriosa y triste joven.
Intenté acercarne  dentro de los  primeros  5 minutos  que la vi llorar, pero había ese algo que me  detenia, después de aquellos 5 minutos  vencí el temor y me acerqué

-Te sientes bien?
   ~sentí que no era la pregunta más  adecuada para el momento ~
   -Sí, no  esperaba que llegara nadie  aquí.
   - si te molesta me retiro no quería incomodarte.
   - no, está bien,  oye  tu línea de producción terminó temprano?, según yo  tienen que salir  11:00 pm  y no a las  10:40 pm  como tú lo estas  haciendo
   -Lo que pasa es que  no hay material  para mi  y estoy  afuera  antes de tiempo.
   -entiendo.
   -oye creo que necesitas algo de agua y un pañuelo vengo en 10 no te vallas
   -no!, no te preocu.....
_me fui sin  escucharla, su mirada estaba  tan perdida  y su rostro casi imperceptible en la obscuridad que lo único  que podía distinguir de ella  era su listón rojo enredado entre su lindo cabello y sus zapatos cafés.


Justo antes de  entrar  a aquella planta  me  tope un compañero de  línea y le dije que  estaba una chica  llorando  afuera que tuviera  cuidado,  cuando le dije eso, él, con una sonrisa burlona me dijo;

-Vengo de  afuera acabo de fumar  y ahí no había nadie...

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