viernes, 19 de mayo de 2017

Perdidos.

Y ahí estaba, sentada, en la barra de ese bar tan conocido en la ciudad, estaba sola.
Mis amigas dijeron que en jueves ellas no irían a un bar, por que tendrían que trabajar al siguiente día y que faltar a su trabajo no era una opción.

Me fuí sola, yo tenía que beber algo por que la verdad ya estaba estresada de todas las cosas que agobian mi cabeza hoy en día, no soy mucho de salir a tomar por ahí, y mucho menos andar sola.

Me sentía confundida, perdida, sola, sin ganas de nada, la presión de la sociedad estaba en mi cabeza y todas las cosas como madurar superarme y tener una vida estable, me estaban causando estragos en mis planes.

Me quería olvidar de todo aunque sea por unos minutos.

Me refugie en un vaso de whisky y casi para terminar mi vaso me di cuenta que alguien estaba viéndome de lejos, sabía que algo quería.

Para este punto de mi historia tengo que decirte algo, yo soy muy superficial, mierda, sangrona, y si eso me aleja de la gente, no me duele, solo salgo con tipos que sean guapos, que tengan un carro un buen trabajo y alguna forma elegante de poder decirle su profesión como "Licenciado" o "Ingeniero" antes de su nombre.

Lo ví, y por su manera de actuar con los dos chicos que lo acompañaban, era distinta, no parecía desagradable, al contrario se miraba de lo más amigable, y emergía de su peculiar mirada un hola y una buena bonanza, me di cuenta que ya lo había visto más de 2 segundos seguidos y él lo notó.


Sus amigos estaban con un par de mujeres de las cuales puedes gozar de sus caricias con tan solo unos papeles de valor monetario, y el solo en la esquina de su mesa me miraba.

Odio que lo hagan, que me miren como si me conocieran o como si no; El caso es que cuando le di el último trago a mi vaso, el estaba ahí, detrás de mí.

-"¿Cómo te llamas?"-
Me preguntó.
Intenté ser grosera, pero como solo pidió mi nombre le respondí.

-"Irlanda"

Su mirada se lleno de brillo y me dijo.

-"Ese es un buen nombre para mi futura sobrina"


Aunque la verdad no tenía interés, y lo que había dicho no era algo importante, sentí una pequeña necesidad de seguir hablando con el.


Cuando comenzó a platicar sobre su vida, yo estaba en esa situación en la que pones atención de tal manera en que no olvidas las palabras y el tono en la que las dice.

No era el más guapo del lugar, pero había una forma peculiar de él, esa forma peculiar de pensar que no me sentía cortejada en ningún aspecto, sentí como si lo conocía de hace mucho.


Tuve la platica con un extraño, una plática tan larga como interesante, no me di cuenta del momento en que sus amigos salieron del lugar.
Comencé a decirle las razones por las que estaba en el bar, y me entendió perfectamente, me dijo que se sentía igual que no sabia que hacer de su vida y que estaba cansado de tan solo sonreír, sentía que el tiempo se iba.
Que había perdido el control de su vida.


Me dijo que las cosas con las que algún día soñó, sentía que se esparcían y se volvían más lejanas de lo que se veían de pequeño.



Esa noche al cerrar el bar, me llevo de la mano a su apartamento para seguir platicando.

Me dio, lo que necesitaba, un escape de mi realidad, solo necesitaba que alguien me mimara como cuando era niña, tener un hombro para llorar y una sonrisa para la cual compartir mis historias.

Esa noche dormí con el, encontré lo que sin buscar, a gritos estaba mi alma pidiendo.

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