sábado, 19 de noviembre de 2016

Se fué sin decir adiós otra vez.

Hola,  gracias por permitir éste espacio y dejarme platicar con ustedes, primero que nada me presento,  mi nombre es Aldaír Martínez.

Soy policía Guanajuato,  México, llevo mas de 3 años prestando servicio, contrario a lo que muchos piensan yo intento ser honesto en mi trabajo y nunca dejo que el egoísmo se aproveche de mi trabajo,  cuesta creerlo pero es así.

Un día como cualquier  otro, mi turno me lo cambiaron,  una tarde  fría de febrero estaba dando vueltas por el sector  que tengo asignado, cabe destacar que no era mi ruta pero tenía que estar  ahí cubriendo.

Para pasar el resto de la noche entré a una tienda de paso a comprar  un café para estar despierto y atento.

-"Necesito 2 unidades se acaba de  registrar un allanamiento de morada en la calle..."

Guardé  mi café, prendí  las sirenas fuí con dirección  a la calle indicada y pude ver un hombre tirado en el  suelo,  sangraba y tenía una libretita  en la mano y al verme  quedó  pasmado,  no le puse mucha  atención y saqué  mi arma  tratando de tener sigilo  buscando a los invasores, jamás  había sentido un escalofrío como el que sentí ese día pero tras revisar la casa, volví con el hombre que estaba postrado  en el suelo con múltiples heridas de lo que parecía ser un corta plumas.

Revisé  su pulso y sentí como claramente sus labios abandonaban  la fuerza y sus párpados cedían ante la muerte.

Su mano se abrió y pude ver la libreta,  me puse un pequeño guante la abrí decía :


"Perdón,  el abandono fué  la opción".


Miré la casa  descuidada, botes de cerveza, algunas jeringas y un hombre que desperdició  su vida ahogado en vicios.

Vi morir al hombre  que me dejó en la puerta de un orfanato a los 6 años y no supe perdonarlo.

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